En los albores de 2022, Ashley y Kyle eran unos recién casados ilusionados porque estaban esperando a su primer hijo. Sin embargo, desde el principio del embarazo, Ashley sufrió hemorragias y en julio, a las siete semanas, tuvo un aborto espontáneo.
Este trágico evento ocurrió poco después de que la Corte Suprema de Estados Unidos revirtiera el derecho federal al aborto. En Wisconsin, su estado natal, entró en vigencia una ley de 1849 que solo permite el procedimiento cuando la vida de la gestante está en peligro.
La cobertura del aborto en el país es un laberinto confuso. A menudo, los pacientes desconocen si los procedimientos o las píldoras abortivas están cubiertos, exacerbando aún más la confusión debido a las prohibiciones.
Atrapada en esta maraña de incertidumbres se encontró Ashley.
Ashley no corría peligro de muerte durante el aborto espontáneo, pero la legislación de Wisconsin impedía a los médicos realizar una D&E, incluso en abortos espontáneos, hasta que el embrión falleciera. Con viajes constantes al hospital, sangrados y días de enfermedad en el trabajo, Ashley esperó hasta que los médicos confirmaron la finalización del embarazo para proceder con la evacuación del tejido.
Un año más tarde, Ashley quedó embarazada nuevamente bajo la prohibición del aborto de 1849 en Wisconsin.
Todo parecía perfecto hasta que, al cumplir 20 semanas de embarazo, un lunes, Ashley notó un líquido en el asiento del automóvil. El saco amniótico se había roto, situación indicativa de una PPROM no viable.
Los profesionales médicos consideraron que el feto era inviable y que las membranas rotas suponían un grave riesgo de infección.
Los obstetras y ginecólogos de Wisconsin determinaron que, ante la PPROM no viable, se debería ofrecer a cada paciente la terminación del embarazo. Ashley necesitaba un aborto para salvar su vida.
Después de múltiples apelaciones, su aseguradora finalmente cubrió la factura del procedimiento, que inicialmente no fue atendida debido a las restricciones en torno al aborto.
Ashley, enfrentándose a su aseguradora y a las limitaciones del sistema de salud en cuanto a abortos, ha salido fortalecida de esta experiencia. Con la esperanza de que su nuevo embarazo sea cubierto por su seguro, ella y su esposo esperan un futuro más tranquilo.